En las últimas semanas del año, el ritmo suele volverse frenético.

Es fácil que la aceleración, la exigencia y el cansancio nos lleven a aprovechar cualquier comida como una oportunidad para soltar el control… y comer o beber en exceso. 

Buscamos refugio en esas comederas porque necesitamos sentir que no estamos restringidos (libertad), que estamos celebrando (placer, emoción), que todo está bien (seguridad, calma, abundancia)

Lo desafortunado es que con los excesos vienen daños a nuestro cuerpo. Son daños severos que alteran nuestra salud a largo plazo. No lo valen. 

Por otra parte, después de una temporada entera de excesos viene la culpa, el arrepentimiento, el desánimo de sentirnos lejos de nuestro mejor desempeño y de un cuerpo saludable.

Por eso, te proponemos usar la comida como autocuidado este fin de año. Estas prácticas le ayudan a nuestro organismo a reducir los niveles de cortisol y de otras hormonas del estrés, mientras suben los niveles de hormonas del bienestar. Tienen un efecto positivo en nuestro humor, en nuestra calidad de sueño, en nuestras relaciones con los demás y nos permiten sentirnos más presentes y conectados. 

Aquí hay 12 ideas para replantearnos la relación con la comida desde la compasión y la conciencia. El fin de año es el momento perfecto para hacer este giro. 


  1. Prepárate una comida de principio a fin.
    Cocinar puede ser un espacio de creatividad y hasta de meditación. Busca una receta que te haga deshacerte de antojo, busca los ingredientes más ricos, pon música y regálate ese apapacho.

  2. Prepárale una comida a alguien que amas.
    Se siente mucho mejor que preparar la misma comida para ti. Los actos de servicio son generadores de felicidad.

  3. Come al aire libre.
    Esto provoca una revolución entera en tu cuerpo. Es como darle un retiro o un spa a tus células, a tus ciclos hormonales, a tus neurotransmisores. Basta con media hora de naturaleza para que todos tus ritmos empiecen a regularse.

  4. Repasa todas las manos que hicieron que ese alimento llegara a ti.
    Alguien sembró lo que estás comiendo, alguien lo cosechó, alguien lo transporto, alguien lo colocó en la tienda… una larga cadena de manos dedicadas a cuidar eso que ahora está en tu plato. Agradecer hace muchísimo por ti a nivel emocional y a nivel fisiológico.

  5. Practica el mindful eating.
    Es simple. Respira una o dos veces al recibir tu comida. Dedica los primeros dos o tres bocados a sentir lo que estás comiendo. Mastica con calma esos bocados y agradece. Listo, no importa si después te distraes. Cuando te acuerdes, desacelera un poco nuevamente, vuelve a hacer contacto con los sabores, los olores, el tan mencionado “aquí y ahora”. Se siente bien y hace bien a todos tus órganos, por breve que sea.

  6. Arregla la mesa.
    Todo cuenta: música suave, luz natural, unas ramas de pino para aromatizar, velas en la mesa. No es superficialidad ni apariencia. Los estudios dicen que cuando nos creamos un entorno bello para comer, los alimentos nos saben más rico. Además comemos con más presencia, con más calma y tomamos decisiones más saludables.

  7. Incluye verduras.
    Siempre. Es autocuidado, real y simple. No importa si en tu plato también hay un poco de todos esos platillos culposos de esta temporada: que nunca falte una porción generosa de verduras. Cómela primero, pues si la dejas al final tal vez te gane el antojo de repetir porciones de todo lo demás aunque ya estés más que satisfecho.

  8. Date permiso.
    Si vas a comer un postre o una hamburguesa, cómetelos sin juzgarte. Hablarnos con compasión es uno de los retos más difíciles, pero es una de las claves para construir una buena relación con la comida y evitar que se multiplique el antojo de eso que nos prohibimos con tanta dureza.

  9. No te rindas.
    Que un día de comer de más (o dos, o tres) no te lleve a pensar “ya no hay remedio, voy a comer sin límites ahorita y en enero vuelvo a portarme bien”. Es una trampa. Las dietas no funcionan así, el cuerpo no funciona así. El daño no se deshace con una dieta. No necesitas esperar a enero, retoma al día siguiente sin extremos.

  10. Hazte la vida fácil.
    Llena tu refri y tu alacena con opciones saludables. Lo que esté más a la mano es lo que más vas a comer, así que busca que sea fácil comer sano mientras estás en casa (o llevarte snacks sanos para cuando estés fuera). Compra manzanas, jícama, apio, almendras, aceitunas, blueberries, aguacate, nueces, mandarinas… todo lo que sea fácil de comer cuando llegue el antojo.

  11. Tómate un Kaldo Keat.
    Funciona antes de una comida pesada, después de una comida pesada, a la mañana siguiente después de una noche de beber. Es un descansito para tus sistemas, por eso tu estómago logra desinflamarse, por eso sientes que tu apetito baja, por eso vuelves a sentirte con energía. Déjate consentir, nosotros nos encargamos de lo demás.

  12. Diviértete.
    Es real que hay una crisis de salud mental relacionada con la comida y las exigencias de nuestro tiempo. Y es real que nuestra relación con la comida cambia la química de nuestro cerebro. Por eso, el camino es de disfrute y de balance, no de estrés y de estándares inalcanzables. Estamos aquí para ayudarte a cultivar esa salud plena y esa relación compasiva con tu cuerpo y con tu alimentación.


¡Felices fiestas!

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