¿Qué tan seguido te repites algunas de estas creencias?


Me duelen las rodillas, cada día tengo más achaques

Todos en la familia tienen pancita, está en mis genes

Me está dando reflujo seguido, necesito que me receten algo

Si tuviera el tiempo o la determinación sería súper fit, pero no los tengo


¿Dónde aprendimos a pensar así?


Estos mensajes vienen de la cultura que nos rodea y del ambiente en el que crecimos. Algunos los recibimos de forma explícita: por ejemplo, hay algunos que escuchamos decir a nuestros padres una y otra vez. Hay otros que recibimos de forma implícita: en los personajes de tv, en los anuncios que están hechos para sentir que siempre te falta algo, etc.


Lo importante es que no son sólo creencias.


La forma en que pensamos acerca de nuestro cuerpo, cambia la forma en que éste funciona.


Nuestras creencias afectan nuestra fisiología.


Pensar así cambia la forma en la que experimentamos todo — cómo se siente hacer ejercicio en mi cuerpo, cómo se siente comer, cómo se siente que mi cuerpo tenga esta forma, cómo se siente cumplir años, cómo se siente acercarme a las personas que amo con este cuerpo.


Tendemos a juzgar más lo que vemos en el espejo. 


A sentir como una carga cualquier síntoma que aparezca e interpretarlo como una señal de envejecimiento y de que nuestro cuerpo se deteriora. 


A ver el organismo como un aparato que se va descomponiendo y que necesitamos que algún experto revise para que nos explique qué está pasando. 


Es una de las razones por las que pueden pasar hasta 5 años y 5 doctores antes de que alguien que tiene una enfermedad autoinmune —como la diabetes tipo 1— reciba un diagnóstico. 


Durante esos 5 años, sabe que tiene síntomas, pero no sabe que esos síntomas tienen un nombre y que se pueden mejorar al atenderlos de raíz. Los médicos a los que visita en ocasiones tratan los síntomas por separado (sin acertar a identificar la enfermedad). 


¿Y cómo cambia esto al completar un Reto Keat?


Seguido decimos que este programa no sólo reta tu cuerpo, sino también tus creencias. 


No es sólo comida preparada que llega a tu casa.


Sí, al principio sólo necesitas comer esos alimentos y dejar que hagan su efecto inicial en tu bioquímica. 


Esto incluye la bioquímica de tu cerebro y de tus hormonas, con lo que empiezas a notar que piensas con más claridad, que tienes más ganas de hacer ejercicio, que te irritas con menos frecuencia.


Y conforme avanzan los días y las semanas, también tus creencias van cambiando.


Por ejemplo, hay quien terminaba con el estómago inflamado cada vez que comía carne roja y se había resignado a sentirse mal o tomar pastillas. 


Pero al recibir la carne de su Reto, sorpresa: su estómago seguía desinflamado, sin dolor, sin reflujo, sin estreñimiento. Y entonces empiezan a cambiar algunas creencias:


Mi cuerpo no está defectuoso, es perfecto y reacciona velozmente.


Y más adelante:


Mi cuerpo sí puede cambiar. De pronto siento la certeza total de que puedo tener el cuerpo que me imagino.


Y aún mejor:


Quiero saber más. ¿Qué tiene de diferente esta carne? ¿Cambió el horario? ¿La preparación? ¿Qué hizo distinto en mi cuerpo? 


Quiero entender. Está en mis manos, no en las de algún experto.


Cada vez que algo parecido sucede, para nosotros es una celebración absoluta.


Porque un cambio de creencias así es algo revolucionario.


Porque significa que estás volviendo a percibir tu cuerpo como ese organismo poderoso y magnífico que es, capaz de sanarse y de transformarse.


En un entorno que nos lleva a sentirnos siempre imperfectos, siempre con necesidad de algo más, siempre insatisfechos, siempre dependientes de otro experto o de otra solución costosa —este “simple” cambio de creencias es revolucionario.


  • Sucede cada vez que alguien empieza a disfrutar de comer vegetales que siempre pensó que no le gustaban, o que era monótono el sabor. Y de pronto quiere recordar la receta para prepararlos en casa.


  • Cada vez que después de unas semanas de Reto, alguien descubre que su glucosa se está regulando. Y aunque su papá y su abuelo hayan tenido diabetes, de pronto acepta la posibilidad de que quizá él sea el primero en vivir sin diabetes, si mantiene este estilo de vida.


  • Cada vez que alguien que llegaba al fin de semana sólo con ganas de tirarse en el sofá a descansar un rato, de pronto siente el cuerpo más vivo que nunca y se le ocurre empezar a practicar bici de montaña o kayak o cualquier deporte de aventura.

    Porque volvió a sentir ese poder y esa libertad. Y no sólo lo quiere para él, sino también para sus hijos y para toda la familia. Y de pronto le interesa saber más, aprender cómo hacer que ellos se sientan así también.


Podríamos seguir y seguir.


El Reto Keat es mucho más que comida.


Es una transformación interna: de tu bioquímica, pero también de tu mindset, de tus limitaciones, de tus ganas de disfrutar todos los días ese cuerpo impresionante que tienes. 


Haz clic aquí para iniciar tu Reto.

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