No es tu culpa caer ante los antojos. Es tiempo de derribar el mito de que la falta de fuerza de voluntad es la única razón detrás del deseo de azúcar y carbohidratos. Más bien, queremos comprenderlo a la inversa: ninguna fuerza de voluntad es capaz de vencer la bioquímica interna de nuestro cuerpo.
En palabras más simples, si sientes antojos fuertes, es muy probable que haya un desbalance químico en tu organismo. Y con ese desequilibrio, la fuerza de voluntad simplemente no alcanza.
Por ejemplo:
Ya comiste algo sano y casero, pero después de la comida, aparece ese antojo de postre. Sientes que tu platillo no está completo sin ese saborcito dulce. Y aunque tienes frutas disponibles en casa, casualmente te queda de paso comprar un panecito y un frapuchino de camino a tus actividades de la tarde. ¡Es para consentirte y te cae delicioso con el frío! Además, tienen ese sabor especial de temporada que tanto te encanta.
Pero la noche llega y tu cuerpo vuelve a pedir azúcar y carbohidratos. Intentas pensar en otra cosa, pero el antojo regresa una y otra vez.
Cuando este ciclo se repite, es porque hay procesos bioquímicos que están reforzando ese desbalance. Tienes dentro de ti una multitud pidiendo a gritos más azúcar y carbohidratos:
- Hay miles de bichos en tu microbiota pidiéndolos: Bacterias y hongos que se alimentan de azúcar.
- Tus hormonas están pidiéndolos: Esto tiene que ver con la insulina.
- Y tu cerebro también está pidiéndolos: Esto se relaciona con la dopamina.
Algunas veces logras resistir todo esto, pero muchas otras veces no. Y, repetimos, ¡no es tu culpa!
La Estrategia en Reversa: Aliados en Lugar de Enemigos
Por eso, la estrategia es en reversa: en lugar de pelearnos con esas fuerzas primitivas en tu cuerpo que están pidiendo azúcares y carbohidratos, nos aliamos con la fuerza de tu cuerpo y de tu microbiota.
- Primero, atendemos el desbalance químico en el cuerpo. ¿Cómo?
- Reduciendo la población de bichos que se alimentan de azúcar.
- Aumentando la población de bichos que se alimentan de vegetales, frutas y otros ingredientes saludables.
- Ayudando al cuerpo a regular mejor los procesos de la insulina y la glucosa, para que no aparezca esa urgencia de azúcar.
- Permitiendo que tu cerebro descanse de la comida industrial que está "hackeando" sus centros de recompensa para que quieras comer más y más.
- Reduciendo la carga tóxica, ya que es uno de los factores que más complican todo este ciclo.
- Y muchos procesos más.
Y ahora sí, toda esa fuerza que estaba jugando en contra, ¡ahora empieza a traer beneficios! Es como tomar a los cinco jugadores estrella del equipo contrario y pasarlos a tu equipo.
El Poder del Metabolismo y la Microbiota
Todo esto se debe a que la glucosa es una molécula maravillosa que nuestras células usan para producir su energía esencial. Esto es el metabolismo: convertir comida en energía, en palabras muy simples.
Por eso, cuando trabajamos en el metabolismo, todas nuestras células tienen más energía disponible y los cambios comienzan a notarse rápidamente. Podemos experimentar:
- Mejor concentración y memoria
- Sueño más profundo
- Piel rejuvenecida
- Defensas más fuertes
- Reducción de "llantitas" y la panza
- Desaceleración del envejecimiento
- Digestión más eficiente
- Más energía
- Y una gran fuerza de voluntad, porque esa fuerza es simplemente un reflejo de nuestra fisiología.
Es posible lograr todo esto a través de la COMIDA. Aquí es donde entra el Programa Lunar.
¿Qué es el Programa Lunar?
En tu cuerpo hay trillones de microbios que responden a la luna llena: comen más, son más activos, se reproducen más.
Pero solo pueden alimentarse de lo que tú comas.
Si sigues una dieta promedio, es probable que aumente el desequilibrio en tu microbiota (porque el efecto se potencia durante la luna llena). Esto puede llevar a un aumento de bacterias poco saludables que provocan mala digestión, poca energía, problemas en la piel, bajo aprovechamiento de nutrientes, desequilibrios hormonales y un bajo rendimiento cerebral.
En cambio, si haces un Programa Lunar, cambias la población de bacterias. Aumentas el número de bacterias saludables, reduces parásitos y potencias la diversidad de microbios.
Esto crea un ecosistema interno más fuerte que se refleja en toda tu salud: niveles hormonales, defensas, buen humor, motivación, concentración, velocidad para digerir y aprovechar nutrientes, y el despertar con energía.